Y aunque damos por sentado que pensar es natural, lo que rara vez nos enseñan es cómo relacionarnos con esos pensamientos cuando duelen, asustan o nos hacen sentir que no estamos bien.
El peso de lo que pienso
Pensamientos como:
- “¿Y si empujo a alguien?”
- “No merezco ser feliz.”
- “Todo sería mejor si no existiera.”
- “Soy una mala persona.”
Lo más doloroso no es tenerlos, sino creer que tenerlos significa que son verdaderos, que revelan quiénes somos realmente.
La mente humana no es un juez imparcial; es una fábrica de historias, muchas de las cuales no elegimos.
No se trata de controlar, sino de convivir
Como dice el psicólogo Russ Harris, uno de los principales impulsores de la Terapia de Aceptación y Compromiso (ACT):
“No puedes detener el río de pensamientos. Pero sí puedes dejar de ahogarte en él.”
Reconciliarse con tus pensamientos no es rendirse ante ellos, tampoco normalizar conductas dañinas, sino reconocer que están ahí, sin pelear contra ellos, sin darles más poder del que necesitan.
¿Por qué luchamos tanto?
Y cuanto más tratamos de borrarlo, más regresa, más fuerte, más insistente.
- Un pensamiento intrusivo aparece
- Le damos un significado catastrófico (“si lo pienso, es porque quiero hacerlo”)
- Intentamos suprimirlo
- Vuelve con más fuerza
- Nos sentimos culpables
- Y así continúa…
Desfusionar: ver el pensamiento como evento, no como verdad
En la psicología contemporánea, especialmente en enfoques como la ACT o la MBCT (Mindfulness-Based Cognitive Therapy), se habla de desfusionar del pensamiento: verlo como un evento mental, no como una verdad absoluta.
Reconciliarme con mis pensamientos es un acto de compasión
“Estás ahí.No te invité.No te agradezco.Pero tampoco voy a pelear contigo”.
Muchas veces, los pensamientos “oscuros” no son señales de locura, sino de dolor no nombrado, de heridas no sanadas, de necesidades emocionales urgentes.
¿Cómo empezar a reconciliarme?
Aquí algunas herramientas prácticas:
- Nombrarlo sin juzgar:En lugar de “tengo un pensamiento horrible”, di: “estoy teniendo un pensamiento difícil”.
- Desidentificarte:No eres tu mente. Tienes pensamientos, pero no son tu identidad.
- Escribirlo sin censura:Anótalo todo. Al salir del interior, muchas veces pierde fuerza.
- Hablarlo en terapia:No para que te digan “no pasa nada”, sino para que puedas nombrarlo sin miedo al juicio.
- Practicar mindfulness:Observa el pensamiento como si fuera un transeúnte que pasa por la acera. No lo invites a entrar, pero tampoco lo empujes.
Invitación a la paz interna
“Gracias, mente, por querer protegerme…pero esta vez, voy a seguir mi valor, no mi miedo.”
💬 ¿Necesitas ayuda para entender lo que pasa por tu mente?
Si este artículo toca algo en ti, si reconoces en estas palabras algo de lo que estás viviendo o simplemente necesitas hablarlo con alguien que te escuche sin juzgar, no estás solo/a.
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Estoy aquí para acompañarte en tu proceso emocional, con empatía, ética y un enfoque humano.
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