El diablo desde la psicología: cuando lo que tememos está dentro de nosotros

 



Cómo el miedo al mal exterior refleja nuestro propio conflicto interno

La figura del diablo, tan arraigada en la cultura popular y religiosa, ha sido un símbolo recurrente de todo lo que tememos: lo desconocido, lo maligno, lo que nos destruye desde dentro. La película El Conjuro 4: Los últimos ritos explora este terror, enfrentando a los personajes a lo sobrenatural en una nueva entrega de la saga que ha marcado la historia del cine de terror. Sin embargo, más allá de la historia de exorcismos y fuerzas oscuras, lo que realmente conecta con el espectador, y lo que puede ser tan perturbador, es cómo estos demonios suelen reflejar nuestras propias luchas internas.

Como psicólogos, sabemos que el miedo al "mal" o al "diablo" no siempre está relacionado con una entidad externa, sino que, muchas veces, el mayor enemigo es lo que llevamos dentro: nuestros pensamientos, emociones y conflictos no resueltos. La idea del diablo en el cine es una metáfora perfecta de lo que no entendemos de nosotros mismos, de los miedos que guardamos y que, al no ser procesados, se convierten en algo monstruoso.

El diablo como espejo de nuestros miedos internos.

En El Conjuro 4, el protagonista, al igual que en las películas anteriores de la saga, se enfrenta a una entidad maligna que parece tener el poder de destruir la vida de las personas. Sin embargo, desde una perspectiva psicológica, podríamos preguntarnos: ¿y si ese mal no es tan ajeno? ¿Y si lo que realmente está ocurriendo es que nuestros propios miedos y conflictos están tomando forma en lo sobrenatural?

El psicoanálisis de Sigmund Freud, por ejemplo, sugiere que los miedos, especialmente los irracionales, son una manifestación de nuestros deseos y conflictos reprimidos. Según Freud, el inconsciente juega un papel fundamental en la formación de estos miedos, que se proyectan en cosas que parecen externas a nosotros, pero que en realidad son una extensión de nuestros propios pensamientos y emociones reprimidas. Esta es la clave: lo que tememos puede ser una manifestación de lo que no entendemos de nosotros mismos.

El diablo como representación de los conflictos internos

En el contexto de la psicología cognitivo-conductual, los "demonios internos" a menudo se representan como distorsiones cognitivas: pensamientos negativos y creencias irracionales que nos afectan en nuestra vida diaria. En lugar de verlos como entidades malignas, los interpretamos como pensamientos automáticos que nos dicen que somos insuficientes, que no merecemos éxito, que estamos destinados a fracasar.

En la película, los personajes deben enfrentarse a la "presencia maligna" que les está acechando. En la vida real, todos enfrentamos "presencias" similares: la ansiedad, el miedo al rechazo, el trauma no resuelto, la culpa. Estas emociones pueden ser tan destructivas como cualquier demonio ficticio. La diferencia radica en que, a diferencia de una película, estos temores pueden ser tratados, comprendidos y superados con herramientas terapéuticas.

El mal está dentro de nosotros: cómo enfrentarlo

Así como los personajes de El Conjuro 4 deben hacer frente a sus temores más profundos, en la psicología trabajamos con el mismo principio: enfrentar y comprender lo que nos da miedo, no permitir que se quede en las sombras, sino traerlo a la luz para procesarlo y transformarlo. Esto se hace mediante varias técnicas:

Reestructuración cognitiva: Identificar los pensamientos disfuncionales que alimentan el miedo, el pánico y la ansiedad. Aprender a sustituir esas creencias limitantes por pensamientos más realistas y saludables.

Exposición: Enfrentar gradualmente lo que tememos, ya sea la sensación de no ser suficiente, el temor al fracaso o incluso el miedo al rechazo. Al exponernos a esas situaciones, descubrimos que no son tan aterradoras como las imaginamos.

Mindfulness y meditación: Ayudar a la persona a estar presente y consciente, a evitar caer en rumiaciones que intensifican los miedos. La práctica de estar en el momento puede ser crucial para reducir la ansiedad y la sensación de estar constantemente amenazado.

Reflexión:

La historia del diablo, que sigue aterrorizando a generaciones de espectadores, no es solo una cuestión de ficción o superstición, sino una representación simbólica de los temores internos que todos llevamos. El Conjuro 4 nos muestra cómo, a veces, los monstruos más aterradores no están en el exterior, sino que viven dentro de nosotros, alimentados por nuestros miedos y nuestras creencias limitantes.

En lugar de huir de esos "demonios", debemos enfrentarlos, procesarlos y comprenderlos. Solo así podremos liberarnos de la oscuridad que nos rodea, tal como los protagonistas luchan por desterrar al mal en la película.

Si te sientes atrapado por tus propios temores o pensamientos negativos, recuerda que no estás solo. La terapia psicológica puede ayudarte a comprender y superar lo que te está limitando. Puedes contactarme a través de mis redes sociales @mentalizate7 en Instagram.

Y si crees que este artículo puede ayudar a alguien más, no dudes en compartirlo. A veces, compartir una reflexión puede ser el primer paso para sanar.

Psic. Javier Peña

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