Recibir la noticia de que se tiene cáncer terminal no es solo un parte médica.
El impacto emocional de un diagnóstico terminal
- Negación: “esto no puede estar pasando”
- Ira: “¿por qué a mí? ¿por qué ahora?”
- Miedo: al dolor, a la incertidumbre, a dejar a quienes amo
- Tristeza profunda: por todo lo que no se vivirá, por los planes que se desvanecen
- Y, con el tiempo, también puede llegar la aceptación: no como resignación, sino como un “sí” a lo que queda
Como dice Elisabeth Kübler-Ross, pionera en el estudio del duelo:
“La gente no quiere morir, pero todos quieren tener el derecho a una muerte digna”.
Y parte de esa dignidad es poder sentir, expresar y ser escuchado hasta el final.
Lo que no se dice (pero se siente)
Detrás del diagnóstico, hay emociones que muchas veces no se nombran:
- El miedo a ser una carga“No quiero que sufran por mí. No quiero que gocen menos porque me voy.”
- La culpa por dejar a otros“¿Y si mis hijos me necesitan y ya no estoy?”
- La angustia existencial“¿Qué sentido tuvo todo? ¿Qué queda de mí cuando me vaya?”
- El deseo de pazNo siempre es miedo a morir. A veces, es el deseo de que todo duela menos.
El papel de la psicología en el acompañamiento al final de la vida
Algunas formas en que se puede acompañar:
- Espacio para hablar sin tapujosHablar del miedo, de la tristeza, del perdón, de los arrepentimientos.Sin frases hechas como “todo tiene un propósito” o “no te preocupes”.
- Revisión de vidaRecordar momentos importantes, logros, relaciones significativas.Ayuda a cerrar capítulos y a sentir que la vida tuvo valor.
- Cartas de despedida o mensajes a seres queridosUna herramienta terapéutica poderosa para expresar lo que no se dijo.
- Trabajo con la familiaAyudar a que también ellos puedan expresar sus emociones, sin sobrecargar al paciente.
- Regulación del miedo y la ansiedadTécnicas de respiración, visualización, hipnosis ericksoniana o mindfulness pueden ayudar a reducir la tensión emocional y física.
Sanar no siempre significa curarse
Sanar puede significar:
- Perdonar
- Decir “te amo”
- Escuchar “gracias”
- Sentir que se puede ir en paz
Y aunque el cuerpo falle, el corazón puede encontrar descanso.
Para quienes acompañan: no tienen que tener todas las respuestas
Muchas veces, los familiares y amigos quieren decir algo que “alivie”, pero terminan callando por miedo a equivocarse.
Y si puedes, pregúntale:
- “¿Qué necesitas hoy?”
- “¿Hay algo que quieras decir o hacer?”
- “¿Cómo te gustaría que te recuerden?”
Pequeñas preguntas que abren grandes puertas.
Invitación a vivir lo que queda con presencia
Y aunque el tiempo se acorte, la profundidad de lo vivido puede expandirse.
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