🧠 Trastorno Obsesivo Compulsivo en adolescentes: cuando los pensamientos no se van y las acciones no alivian

 



“¿Y si lo toqué y le hago daño a alguien?”
“¿Y si no cerré bien la puerta y entra alguien?”
“¿Y si tengo un pensamiento malo y eso me convierte en una mala persona?”

Estas no son solo dudas pasajeras.
Para muchos adolescentes, son pensamientos intrusivos que se repiten una y otra vez, como una canción que no se puede detener.
Y detrás de ellos, vienen rituales, comportamientos, necesidades de repetir, verificar, ordenar o controlar, en un intento desesperado por calmar la ansiedad.

Esto, muchas veces, es Trastorno Obsesivo-Compulsivo (TOC).


¿Qué es el TOC en adolescentes?

El TOC no es solo “ganas de tener todo ordenado”.
Es un trastorno de ansiedad caracterizado por:

  • Obsesiones: pensamientos, imágenes o impulsos recurrentes e intrusivos que generan angustia (por ejemplo: miedo a contaminarse, a hacer daño, a cometer un error grave).
  • Compulsiones: comportamientos o rituales mentales que la persona realiza para reducir esa angustia (lavarse las manos 20 veces, verificar que la estufa está apagada, repetir frases en silencio, ordenar objetos simétricamente).

Estos síntomas consumen tiempo (a veces horas al día) e interfieren con la escuela, las relaciones, el descanso y el bienestar emocional.


¿Por qué aparece en la adolescencia?

La adolescencia es una etapa de grandes cambios: físicos, sociales, cognitivos y emocionales.
El cerebro está en pleno desarrollo, y en algunos casos, el sistema de alerta emocional se vuelve hiperactivo.

Además, muchos adolescentes con TOC tienen una sensibilidad emocional alta y una necesidad intensa de controlar lo que les rodea, especialmente cuando sienten que su vida está en constante cambio.

Como dice Ana Beatriz Barbosa Silva, psiquiatra y especialista en TOC:

“El adolescente con TOC no quiere ser así. Está luchando contra pensamientos que no elige y rituales que no desea, pero que siente que debe hacer para no colapsar”.


Señales de alerta: ¿cómo saber si un adolescente tiene TOC?

No siempre es evidente. A veces, los rituales se hacen en secreto. Otras, se justifican como “costumbres” o “manías”.

Algunas señales a tener en cuenta:

  • Se lava las manos o se ducha durante mucho tiempo
  • Necesita verificar cosas una y otra vez (puertas, llaves, electrodomésticos)
  • Ordena sus cosas de forma muy específica y se altera si alguien las mueve
  • Tiene pensamientos recurrentes sobre hacer daño, pecar o enfermarse
  • Se tarda mucho en hacer tareas por necesidad de “hacerlo bien” o “hacerlo de nuevo”
  • Evita ciertos objetos, lugares o personas por miedo a contaminarse o a “activar” sus pensamientos
  • Habla de sentimientos de culpa por tener pensamientos “malos”, aunque no los quiera

El sufrimiento invisible

Lo más difícil del TOC es que la persona sabe que sus pensamientos o comportamientos son excesivos, pero no puede pararlos.
Y eso genera vergüenza, aislamiento, baja autoestima.

Muchos adolescentes callan por miedo a que los vean como “locos” o “raros”.
Otros lo ocultan incluso a sus padres.
Y mientras más lo esconden, más crece el poder del trastorno.


¿Cómo se puede ayudar?

El TOC no se cura con decir “relájate” o “deja de pensar en eso”.
Pero sí se puede manejar y mejorar significativamente con el acompañamiento adecuado.

1. Terapia cognitivo-conductual (TCC) con enfoque en exposición y prevención de respuesta (EPR)

  • Es el tratamiento más efectivo para el TOC.
  • Consiste en exponer al adolescente al miedo (por ejemplo, tocar un pomo sin lavarse) y evitar el ritual.
  • Con el tiempo, el cerebro aprende que no pasa nada y la ansiedad disminuye.

2. Apoyo familiar

  • No se trata de “ayudarle” a cumplir sus rituales, sino de acompañarlo a enfrentarlos.
  • Educar a la familia sobre el TOC reduce el juicio y mejora el entorno de apoyo.

3. Evaluación psiquiátrica

  • En algunos casos, se requiere medicación (como ISRS) como complemento a la terapia.

4. Normalizar la búsqueda de ayuda

  • Decir: “necesito ayuda con mis pensamientos” debe ser tan válido como decir “tengo dolor de cabeza”.

Invitación a no normalizar el sufrimiento

El TOC no es una manía.
No es un capricho.
No es falta de fuerza de voluntad.

Es un trastorno real, que duele, que consume y que puede aislarte.
Pero también es tratable.

Y si tú, como padre, madre, docente o amigo, notas que un adolescente está atrapado en pensamientos o rituales que no controla…
no lo ignores. No lo minimices.
Ayúdalo a buscar ayuda.


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