Cuando mamá se va: cómo afrontar el duelo desde el corazón




Perder a una madre es uno de los dolores más profundos que una persona puede experimentar. Su partida deja un silencio que pesa, un vacío que no se llena fácilmente. Aunque el paso del tiempo ayuda a suavizar el dolor, hay duelos que marcan la vida entera. Y es que, como dice la tanatóloga Elisabeth Kübler-Ross, “el duelo no es un signo de debilidad ni una falta de fe... es el precio del amor”.

Una madre representa mucho más que una figura familiar. Es contención, abrigo, cuidado, guía emocional y afectiva. Por eso, cuando se va, se desestabilizan muchas partes internas: el rol que teníamos con ella, los vínculos que compartíamos, y muchas veces, hasta nuestra propia identidad.

¿Cómo se vive un duelo tan profundo?

El duelo no tiene una sola cara ni se vive igual en todas las personas. Algunas lloran durante semanas, otras se sienten adormecidas, algunas se enojan, otras se encierran en el silencio. Todas esas formas son válidas. Como terapeuta y tanatólogo, he aprendido que lo más importante no es “cómo” se vive el duelo, sino que se viva. Que no se reprima ni se oculte, porque el dolor escondido no desaparece, solo se transforma en algo más difícil de sostener.

A veces, la muerte de mamá reactiva heridas antiguas: cosas que nunca se dijeron, emociones que se quedaron guardadas, o sentimientos de culpa por lo no hecho. Otras veces, deja un dolor limpio, lleno de amor, pero igual de devastador.

En ambos casos, el duelo requiere tiempo, paciencia y compasión hacia uno mismo.

Herramientas para transitar el duelo por mamá

Desde la tanatología, el proceso de duelo puede convertirse en una oportunidad para resignificar el vínculo y encontrar paz. Algunas herramientas que recomiendo a mis pacientes son:

Escribirle una carta a mamá, expresando lo que quedó pendiente.

Crear rituales simbólicos, como encender una vela en su cumpleaños o sembrar una planta en su honor.

Hablar de ella con quienes la conocieron, manteniendo vivos los recuerdos significativos.

Permitir el llanto y el dolor, sin sentirse débil por ello. El llanto, como señala Kübler-Ross (2005), es parte del proceso de aceptación y sanación.

El duelo no se supera, se transforma

Aceptar la muerte de una madre no significa dejar de amarla ni olvidarla. Al contrario, se trata de aprender a vivir con su ausencia física, mientras se honra su presencia emocional. Como terapeuta, he acompañado a muchas personas a reencontrarse consigo mismas después de una pérdida tan significativa, y puedo asegurarte que sí es posible seguir adelante sin dejar de amar.

¿Necesitas ayuda para sanar?

Si has perdido a tu mamá y sientes que el dolor es demasiado, que no puedes avanzar, o simplemente quieres hablar con alguien que te escuche sin juicio, estoy aquí para ti. La tanatología ofrece un espacio cálido para acompañarte en este proceso.

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Porque cuando mamá se va…

el alma se rompe, pero también puede aprender a recomponerse.

Psic. Javier Peña

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