Cuando la sexualidad duele: entre el placer, la culpa y los tabúes


 

El cuerpo nos habla. A veces lo hace con tensión, otras con dolor… y también, con deseo.

Hoy quiero hablar de algo que pocas veces se menciona abiertamente, pero que afecta profundamente a muchas personas: el conflicto emocional asociado a la sexualidad , especialmente cuando ha sido moldeada por mensajes de culpa, miedo o pecado.

Muchos de nosotros hemos crecido escuchando frases como:

  • “La masturbación te debilita”.
  • “Perder semen es perder vida”.
  • “Si piensas en cosas eróticas, estás pecando”.
  • “Tu cuerpo es un templo, no lo profanes”.

Frases que, aunque a veces se dicen con buena intención, terminan instalando un mensaje muy claro en la mente de quien las recibe: tu deseo es peligroso. Tu placer, pecado. Tu cuerpo, una tentación que hay que controlar.

Pero ¿qué pasa cuando alguien intenta dejar atrás una adicción, cuidar su salud mental, reconstruir su vida… y siente que su propia sexualidad es un enemigo?


Un cuerpo que vive, aunque la mente lo castigue

Mi paciente llegó preocupado. No por una recaída en sustancias, ni por ansiedad o insomnio. Sino por algo que le generaba mucha angustia: tener sueños húmedos y pensamientos eróticos.
No entendía por qué pasaban. Ni siquiera disfrutaba esos momentos. Solo sentía culpa, vergüenza y miedo.

Y recordaba palabras que alguien importante le había dicho:
"Cuando te masturbas, es como si tiraras a tus hijos a la basura."

Esa frase no solo quedó grabada. Se convirtió en una prisión.

Le pregunté:
—¿Tú crees que tu cuerpo está haciendo algo malo?
—No lo sé… pero me siento sucio.

Ahí empezamos a hablar de algo distinto: de lo que es natural y lo que es moral; de lo que es biológico y lo que es cultural. De lo que es placer y lo que es culpa.


La sexualidad no es pecado. Es parte de vivir.

Nuestra sexualidad no es un error.
Ni los sueños húmedos son un fracaso.
Ni los pensamientos eróticos son una traición a uno mismo.

Somos cuerpos que sienten, cerebros que imaginan, deseos que emergen.
Y aunque cada persona dé sentido a su sexualidad desde su propia mirada —religiosa, espiritual, científica o filosófica—, vale la pena preguntarnos:

¿Qué daño hace mi cuerpo si funciona como debe?
¿Por qué tengo que sentirme mal por algo que no controlo conscientemente?
¿Cómo puedo aprender a ver mi sexualidad como parte de mí, no como mi enemiga?


Sanar también implica reconciliarse con el propio cuerpo

En procesos de recuperación, solemos enfocarnos en evitar conductas dañinas, en cambiar hábitos destructivos, en construir nuevas rutinas.
Pero también tenemos que hacer espacio para sanar heridas invisibles: aquellas que vienen de años de sentirse mal por existir, por desear, por tocar, por soñar.

Sanar no siempre es dejar de hacer algo.
A veces, es aprender a estar bien con lo que somos. Incluyendo nuestra sexualidad.

Así que le dije a mi paciente:

“No tienes que sentirte mal por ser humano. Tus sueños, tus pensamientos, tus cambios físicos…
no son un retroceso. Son una señal de que tu cuerpo sigue vivo, y quiere seguir siendo tuyo.”


Invitación a reflexionar

Si tú también has sentido culpa por tu sexualidad, si alguna vez te has preguntado “¿por qué pienso esto si no quiero hacerlo?”, si has tenido miedo de tocarte o de soñar… quizás sea momento de hablarlo.

Porque el placer no tiene por qué ser pecado, ni el deseo, un enemigo. Ni tu cuerpo, una trampa.

Quizás, solo quizás, sea hora de empezar a quererte también por ahí.

¿Necesitas acompañamiento en este proceso?

Si este tema te toca de cerca, si reconoces en estas palabras algo de lo que tú mismo vives o si simplemente necesitas hablarlo con alguien que te escuche sin juzgar, no estás solo .

Te invito contactarme directamente, puedes hacerlo a través de mis redes sociales:

📲 Instagram: @psicjavier
🎙️ Escucha el podcast Mentelízate en todas las plataformas

Estoy aquí para acompañarte en tu camino hacia una relación más pacífica contigo mismo/a.

Psic. Javier Peña

Publicar un comentario

0 Comentarios